fiel o infiel


La fidelidad humana da frutos de certeza y madurez. Es la guía que evita perder el camino y caer en los barrancos o en
las arenas movedizas de la vida. Da frutos de honor y de un sano orgullo que llena de valentía y audacia al que es fiel.
La fidelidad mueve a los caballeros andantes, de ayer y de hoy, a luchar por Dios, por su rey y por su dama. Dios,
patria y familia.
La fidelidad da armonía a las relaciones familiares y seguridad a los hijos que saben que tienen derecho a su propio
papá y a su propia mamá. En la amistad, la fidelidad se convierte en un tesoro de valor incalculable que hace que los
amigos cuenten siempre con el mutuo apoyo.
La confianza generada por la fidelidad que se nos tiene, nos hace esperar cosas grandes y bellas.
La infidelidad, en cambio, produce desilusión, dolor por la traición, pérdida de la confianza, desesperanza.El que ha
dejado de ser fiel, se siente sucio y despreciable, por mucho que se ame a sí mismo, porque sabe que ha faltado a un
pacto y ha traicionado a aquel que confiaba en él.
Toda infidelidad, en el plano cristiano, es una ofensa a Dios y produce vergüenza y remordimiento de conciencia.
El hogar, escuela de la fidelidad
En el hogar se aprende a ser fiel. Los hijos tienen como maestros a sus propios padres. La fidelidad de los esposos no
es tan sólo el estar juntos, sino el crecer cada día en el amor que se tienen. Cuando siguen juntos, pero se desprecian
o se odian, es algo peor que un abandono. Son infieles.